Hola que tal, buenas tardes, hermanos y hermanas, para aquellos de ustedes que no me conocen, mi nombre es Timoteo Dunlap, yo soy del barrio Beachside. Y soy amigo de Jesús Quesada. Cuando él se enteró que yo hablaba castellano, se sorprendió mucho, me juzgo y pensaba que no hablaba. Pidió que diera un discurso en la reunión sacramental para ustedes. Nací aquí en los estados unidos. Mi mama es de Mazatlán, México y mi papa era de Lakewood, CA. Mi mama me enseno español desde chiquito, y fuimos a Mazatlán todos los veranos en mi juventud. Mis Tíos, Tías, y primos todavía viven allá. Ahora, probablemente se están preguntando porque hablo tan raro. Serví una misión para la iglesia en Buenos Aires, Argentina. Cuando llegue, los argentinos se burlaron de me porque pensaron que hablaba como el burro en la película Shrek. Después de algunos meces, se me pego el acento argentino, porteño, y cuando regrese, mi familia mexicana se burló de mi porque hablaba como el Che. Y ahora, es una mezcla terrible. Realmente me considero americano, mexicano, argentino.
Hermano Quesada no me ayudo, y me dijo que podía hablar de cualquier tema que quería. En estas últimas semanas, he estado pensando en los tantos temas que hay. Pero cada vez, me quede pensando en las grandes bendiciones que nuestro Padre Celestial tiene para cada uno de nosotros. Me hizo recordar de discurso dado por el Apóstol David A. Bednar que habla acerca de Preciosas y grandísimas promesas.
Mientras pensaba en esto, pensé en cuanto ocupadas que están nuestras vidas. Todos tenemos familias, casas, y trabajos que nos estiran en diferentes direcciones en todo momento. Al igual que tenemos familias grandes, chicas, mixtas y vamos de aquí para allá. ¿Alguna vez, nos hemos pausado para pensar realmente en las bendiciones de origen divino a las que tenemos derecho? Parece que siempre hay algo que puede quitarnos del tiempo de lo divino. ¿Alguna vez pensamos en “desconectarnos” del mundo, y realmente pensar en nuestro propósito aquí en la tierra y nuestros orígenes divinos? Como miembros de la iglesia, somos bendecidos con el evangelio y la plenitud de las verdades que viene con él. Sabemos nuestros orígenes divinos, sabemos de dónde veníamos. Sabemos por qué estamos aquí, y sabemos a dónde vamos.
El gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial nos ha dado las respuestas a estas grandes preguntas que cambian la vida. Digo, que cambian la vida, porque deberíamos estar viviendo nuestras vidas de una manera que nos recuerden las bendiciones que nos esperan a cada uno de nosotros. Nuestro Padre Celestial nos ha dado ordenanzas, convenios, y doctrina que nos prepararán para recibir preciosas y grandísimas promesas donde podemos disfrutar de la naturaleza divina.
El apóstol Pedro dijo en 2 Pedro capítulo 1, versículos 3 y 4.
Si nos enfocamos en cada parte de estos versículos, leemos que dios nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y nuestro divino poder. Esta es su doctrina, el conocimiento sobre nuestro propósito aquí en la tierra. El Señor nuestro Salvador Jesucristo es la parte más importante en ese plan porque a través de él, podemos, como dice en verso, escapar de la corrupción que está en este mundo. Solo superando ya nuestra propia corrupción, nuestro propio "hombre natural", nos damos a nosotros mismos preciosas y grandísimas promesas del evangelio.
Viviendo aquí en la tierra como mortales, estamos en un estado caído e imperfecto. Recordad que, aunque somos imperfectos y mortales ahora, somos de origen y destino divino. Esto se explica en “La Familia Una Proclamación Para el Mundo.” Dios nos ha prometido bendiciones eternas. Podemos participar en eternas, ordenanzas y convenios ahora. Estos convenios, como la santa cena, el bautismo, y las ordenanzas del templo sagrado nos preparan para el futuro y el destino eterno, y últimamente, la vida eterna. Esto es la preciosa y grandísima promesa.
Tenemos que escapar de la corrupción del mundo. En Mosiah capítulo 3, versículo 19 dice. Tenemos que desechar el “hombre natural.” eso sí que difícil, y lleva tiempo y paciencia. Debemos utilizar el Espíritu Santo para hacer milagros en nuestras vidas, cada día para cambiar nuestros corazones.
Como dice, en el Mosiah, capitulo 5, versículo 2: Poco a poco, estamos renaciendo continuamente espiritualmente. A medida que sucede este cambio, somos nuevos y ganamos sabiduría. El sacerdocio, las ordenanzas, y nuestros convenios son esenciales en este proceso. Ya que nos esforzamos para siempre para obtener ese renacimiento espiritual en nuestras vidas, atreves de participar en convenios del sacerdocio. Nos Mantenemos dignos y las bendiciones divinas pueden entrar nuestras vidas. Estas ordenanzas y convenios nos dan propósito y nos asegura recibir bendiciones en esta vida y bendiciones de divina naturaleza. Un ejemplo de una preciosa y grandísima promesa es el consejo constante del Espíritu Santo. También podemos recibir remisión de nuestros pecados, paz en esta vida y la vida eterna. Realmente no hay fin de bendiciones que nuestro Padre Celestial ofrece sus hijos.
Nuestro Padre Celestial nos ha dado maneras de recordar las promesas que tiene para nosotros y las maneras para desecharnos del “hombre natural.”
El profeta Lorenzo Snow dijo, “Somos aptos para olvidar el gran objeto de la vida. El motivo de nuestro Padre Celestial, que nos envió aquí para poner la mortalidad, así como hemos sido llamados, y por lo tanto, en lugar de elevarnos por encima de las pequeñas cosas transitorias, a menudo a veces nos permitimos bajar al nivel del mundo, sin aprovechar en nosotros mismos la ayuda divina que dios nos ha dado para ayudarnos a vencer esas cosas pequeñas y transitorias. No esperen llegar a ser perfectos de inmediato. Si lo hacen, se desilusionarán. Sean mejores hoy de lo que fueron ayer, y sean mejores mañana de lo que son hoy.”
No nos bajemos al nivel del mundo. Nuestro Padre Celestial nos ha dado el día del reposo y el templo para ayudarnos y elevarnos por encima de la corrupción del mundo. El templo y el día de reposo pueden parecer muy diferentes, pero esencialmente hacen casi lo mismo. Después de que Dios creó todas las cosas descansó en el séptimo día. Dios mando que un día de la semana descansaremos y nos recordamos de él. El Apóstol David A. Bednar dijo, “El día de reposo es el tiempo de dios. Apartado para adorar a él y para recibir y recordar SUS preciosas y grandísimas promesas.” El día de reposo incluye la santa cena para renacimiento descanso del trabajo, y las devociones para aprender de Dios. Esto alineará nuestros pensamientos, acciones y palabras en su santa adoración. Esto nos mantendrá libres, y sin mancha y elevará nuestra visión de las cosas del mundo a las bendiciones de la eternidad.
El templo santo. El templo es el más sagrado de los lugares que adoramos. Es literalmente la casa de Dios. El templo es un espacio sagrado, separado para adorar a Dios, y recibir, y recordar sus preciosas y grandísimas promesas. Sus santos, o miembros de la iglesia siempre han construido templos. En el templo participamos en adoración por medio de ordenanzas eternas y haciendo convenios. Actuamos, pensamos, y aun nos vestimos diferente en el templo. Y ahora, me parce un poco como las cosas que hacemos los domingos, no?
El Apóstol David A. Bender dijo, “Respectivamente, un espacio sagrado y los tiempos sagrados específicamente separados para adorar a Dios. A través de esta adoración podemos recibir y recordar las preciosas y grandísimas promesas que tiene reservadas para nosotros. Enfoca nuestra atención a dios. “
El día de reposo y el templo son una combinación perfecta en hacer nuestros hogares un lugar sagrado, seguro, y espiritual. Observación del del día de reposo y adoración en el templo es esencial, pero, no es suficiente. Nuestros hogares son donde realmente nos enfocamos en nuestra familia y los rigores de la vida familiar. El templo en la observancia del día de reposo nos ayuda a traer el espíritu a nuestros hogares. Así que cuando somos bombardeados con las demandas en el trabajo, de dormir, de comer, niños, familia, ejercicio, y todas las otras cosas que ocupan nuestro tiempo, podemos convertirnos en hombres y mujeres de dios, y realmente desechar el “Hombre natural.” Cuando estas prácticas espirituales sean parte de nuestras vidas, nuestra sabiduría y nuestra voluntad a será pmás semejante a nuestro Señor Jesucristo. Cuando nos separamos del mundo, preparamos a nosotros mismos que recibiremos las bendiciones preciosas y grandísimas promesas de dios.
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